El
láser es el acrónimo de Light Amplification by Stimulated
Emission of Radiation (Amplificación
de luz por emisión estimulada de radiación) y se fundamenta en la
cuantización de los niveles energéticos del átomo. Einstein
comprobó que aplicando radiación externa se puede conseguir que los
electrones absorban fotones y pasen tanto a niveles permitidos
superiores como inferiores, y además se produzcan tantas
transiciones en un sentido como en el otro. Mediante un haz externo
muy intenso, se trata de conseguir que los electrones pasen a un
nivel energético mayor, con el objetivo de provocar su regreso a
niveles energéticos inferiores, lo que supone la emisión de
fotones. El haz luminoso que se obtiene en el dispositivo láser de
esta forma es monocromático, coherente, monodireccional, muy fino e
intenso, cualidades que le permiten múltiples aplicaciones. Por
ejemplo, por el hecho de ser muy fino permite enfocar con mucha
precisión en un punto, lo que junto a la enorme energía concentrada
hace de él un instrumento ideal para realizar cortes de precisión o
para cauterizar, por ejemplo, en cirugía ya que no afecta a los
tejidos colindantes. En medicina se utiliza también para tratar
afecciones subcutáneas sin abrir o en la cirugía del ojo. Por su
trayectoria en línea recta se emplea para realizar medidas. Por su
coherencia y monocromaticidad se emplea en holografía, ya que las
interferencias producidas dan imágenes en tres dimensiones. A parte
de multitud de aplicaciones de la vida cotidiana: grabar y reproducir
discos, lector de código de barras, impresoras, y, en un futuro no
muy lejano, los ordenadores cuánticos.
El
primer laser que se construyó fue el de rubí, mineral que
ligeramente se impurificaba con cromo, aunque posteriormente se
construyó el láser de helio-neón que aprovecha la presencia de
estos dos elementos para conseguir más estados de excitación.
Para
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