Esta es una de las más ambiciosas y costosas misiones científicas de la Agencia Europea del Espacio que parte hoy, 14 de mayo, hacia el cielo. Salvo retrasos, centenares de científicos e ingenieros europeos (con una notable participación de estadounidenses y canadienses) contendrán el aliento cuando se encienda el cohete Ariane-5 en la base espacial de Kourou en la Guyana Francesa. En su punta van colocados los avanzados telescopios: el Herschel y el Planck, que iniciarán el camino juntos pero que se separarán unos 25 minutos después del lanzamiento, para iniciar su viaje de 1,5 millones de kilómetros hasta ubicarse en su zona de trabajo. Tardarán casi un mes y medio en llegar.
"Lanzar una misión así al espacio es difícil, lanzar dos a la vez es dificilísimo, pero somos capaces de hacerlo", declaró ayer Jean Jacques Dordain, director general de la ESA. "Herschel y Planck, además, son dos fantásticas piezas de alta tecnología".
Los dos telescopios, cuyo diseño, desarrollo y fabricación se ha prolongado durante casi 15 años, tienen un coste de 1.600 millones de euros, a los que hay que añadir otros 200 millones de los instrumentos creados por las instituciones de los países participantes, incluida España. Aunque funcionarán independientemente, se consideran dos partes del mismo programa de investigación del universo frío. "Con Planck vamos a hacer cosmología de precisión", explicó el español Álvaro Giménez, coordinador de política científica de la ESA. Se trata, dijo, de ver el universo cuando tenía sólo 380.000 años después del Big Bang, "cuando se desacoplaron la materia y la radiación y el cosmos se hizo transparente". En esa luz primitiva, los científicos quieren averiguar, por ejemplo, cómo se forman las estructuras a gran escala del cosmos, buscar información sobre la misteriosa materia oscura del universo y la aún más misteriosa energía oscura. Planck es un paso adelante enorme respecto a dos misiones anteriores estadounidenses: Cobe y WMAP
Herschel es el telescopio con un espejo mayor entre los enviados al espacio hasta ahora: mide 3,5 metros de diámetro, frente a 2,4 metros del Hubble. Con las cámaras, los astrónomos tendrán una visión excepcional de las galaxias más lejanas, y podrán ver objetos fríos cercanos, como planetas extrasolares o zonas donde se están formando estrellas ahora.
La participación española en ambos satélites es muy notable, tanto desde la parte industrial -contratos por valor de 88 millones de euros- como científica. Nazzareno Mandolesi, uno de los máximos responsables científicos de Planck, destacaba ayer, por ejemplo, la aportación en el desarrollo de sistemas electrónicos y equipos de enfriamiento. Casi mil personas están implicadas en este telescopio, 400 de ellos astrónomos.
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