Una lente convencional corrige la visión central, pero los laterales continuando estando borrosos. Esto provoca que el ojo se esfuerce para enfocar la imagen y la miopía aumenta. La principal novedad de la técnica desarrollada en la Facultad de Óptica del campus de Terrassa de la UPC en colaboración con el Centro Médico Teknon de Barcelona y la Universidad Minho de Portugal, es que la lente es progresiva, así que consigue una imagen nítida en su globalidad. Jaume Pauné, jefe de la investigación, apunta que actualmente existen en el mercado las lentes bifocales, pero estas corrigen la visión de cerca y de lejos, mientras las progresivas se adaptan a todos los puntos intermedios.
El equipo investigador realizó un estudio con niños que concluyó que a aquellos que llevaban las lentes progresivas, al cabo de un año les había aumentado la miopía hasta un 43% menos que el grupo que llevaba gafas. Con el tiempo, “esto se puede traducir en que tendrán entre tres y cinco dioptrías menos” cuando sean adulto. Las lentes son aplicables para menores en edad de pubertad, “porque es la edad en que la miopía crece más”, aunque tampoco las descarta en adultos a los que no se les haya estabilizado las dioptrías.
Pauné defiende que la miopía debe verse como una enfermedad que puede tener consecuencias serias. “La miopía es la quinta causa de ceguera en el mundo”, incide. Y recuerda que cuando se superan las cinco dioptrías “aumenta por 20 el riesgo de sufrir desprendimiento de retina, lo que puede provocar pérdida de visión o ceguera”. Además existen otros riesgos asociados como cataratas o glaucoma. Para Pauné, la miopía se puede considerar “casi una epidemia”, ya que en Europa la padecen entre el 25-30% de la población (un 45% entre los que tienen estudios superiores), un porcentaje que se eleva al 70% entre los jóvenes de los países asiáticos, especialmente debido a los hábitos de vida ligados a la tecnología.
La nueva lente, fabricada con materiales hidrófilos, ya se comercializa en ópticas por un precio de unos 400 euros anuales, que incluye recambio mensuales o trimestrales. La técnica pionera desarrollada por los investigadores de la UPC (solo existe unas lentes parecidas en Hong Kong) solo es aplicable a las lentes y no a las gafas, porque solo las primeras “están en contacto permanente con la córnea y se mueven con el ojo”, remacha el investigador.
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