Sustituyendo los
catalizadores, actualmente metales preciosos por otros de bajo coste como son
el hierro y el níquel que aceleran la reacción
utilizando una menor cantidad de energía, se obtiene hidrógeno a partir de la separación
de este con el oxígeno y se utilizaría como energía en una pila de combustible.
El
hierro y el níquel no son buenos catalizadores para la generación de hidrógeno
pero la
interfaz a nanoescala cambia la propiedad de estos materiales y el
catalizador de níquel-hierro puede ser tan activo como el platino.
Otra de las ventajas es que
funciona como catalizador del hidrógeno y también del oxígeno, por lo que se
reducen los costes ya que se debe invertir únicamente en la producción de un único
catalizador que además se encuentra en el medio en abundancia.
Se puede utilizar como
combustible para los automóviles, realizando un repostaje de hidrógeno en cuestión
de minutos, mientras que actualmente, los coches eléctricos tardan varias horas
en cargar.
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